A mediados de los años 30 del siglo pasado, un talentoso artista adolescente daba sus primeros pasos como ilustrador de diarios y revistas de su ciudad natal Rimini, en Italia. A los 18 años, en 1938, el muchacho se traslada a Florencia donde labora como corrector de pruebas de la revista L’Avventuroso, en la que se publicaban las historietas de Mandrake el mago, Jungle Jim, The Phantom y Flash Gordon. A los 20 años se va a trabajar a Roma.
Su pasión por el dibujo fue siempre de la mano con el arte de la narrativa de la imagen o fumetto, como se le llama a la historieta en su Italia natal. Dentro de esta disciplina artística, tan emparentada con el cine, Federico Fellini, nombre de nuestro personaje, realizó guiones para las historietas de Flash Gordon que publicaba la editorial Nerbini, después de que el régimen fascista de Mussolini hubiera prohibido la importación de los originales estadounidenses. Fue así como por el camino del fumetto, este versátil artista llegó al cine.
Un guión de película finalmente llevado al fumetto.
En el año 1965 el afamado director comenzó a trabajar, junto con Brunello Rondi y el escritor Dino Buzzati, en el guion de una película que narra la historia de Mastorna Fernet, un payaso reconocido por su virtuosismo al tocar el violín. Fellini comenzó entonces a escoger el elenco de actores para este filme.
Por muchos motivos la película no se pudo filmar, pero entonces, casi 30 años después, vino el fumetto —esa vieja pasión del gran director— al rescate del ambicioso proyecto. El destacado artista gráfico Milo Manara que antes, en 1986, había dibujado su Viaje a Tulum (también sobre un guion de Fellini), hizo una versión en novela gráfica de El viaje de Mastorna basado en un history board del mismo director, cuya primera entrega se publica en la revista The Griffin en el año 1992.
El Viaje de Mastorna se convierte, de esta forma, en la gran película de Fellini nunca realizada como tal, pero sí finalmente llevada a la secuencia narrativa de la novela gráfica.
Los 300 de las Termópilas: el cine en función del comic
Siendo un niño, el talentoso artista de novelas gráficas estadounidense Frank Miller vio la película El León de Esparta (The 300 Spartans, 1962), en la cual se narraba la historia de 300 valientes guerreros espartanos que, comandados por el rey Leónidas, enfrentaron con éxito, en el año 489 a.C., a miles de invasores persas en el paso de las Termópilas. Esta asombrosa historia de coraje y valor “marcó” para siempre a Frank Miller, por lo que a lo largo de los años mantuvo en mente la idea de realizarla en la modalidad de la secuencia gráfica ilustrada. Cuando se sintió con la suficiente madurez artística para acometer tan ambicioso proyecto, lo llevó a cabo en asocio con su esposa de entonces, Lynn Varley, encargada de aplicar el coloreado a esta obra cumbre de la narrativa gráfica mundial. 300 fue publicada en EE.UU. por la editorial Dark Horse.
El contundente éxito de esta obra no se hizo esperar: 300 se llevó las tres preseas más importantes de los Premios Eisner en el año 1999. Ese mismo año recibe el Premio a la Mejor Obra Extranjera en el Salón del Cómic de Barcelona, España.
Pronto Hollywood puso los ojos en este exitoso álbum y en el año 2006 comenzó el rodaje de la película 300 bajo la dirección de Zack Snyder, y fue estrenada en marzo del 2007.
Como pocas veces se ha visto en el cine, la versión fílmica de 300 buscó adaptarse lo más posible, en su estilo visual, a la obra original de Frank Miller (como ya se había hecho en el 2005 con Sin City, otra novela gráfica del mismo autor llevada al cine), a tal grado que varias escenas, como la del joven Leónidas matando a un lobo con una lanza, o la caída por un acantilado de los guerreros persas empujados por los espartanos, fueron una copia fiel de las viñetas de la obra del gran dibujante nacido en Maryland.
Por si lo anterior fuera poco, y para respetar los tonos sepia aplicados a la historieta por la exesposa de Miller, todas las escenas fueron filmadas en interiores. Igual se respetaron las extravagantes indumentarias del rey Jerjes, diseñadas por Miller para su novela gráfica y que, según algunos críticos, no tienen un verdadero rigor histórico documental dado que respondían a una fantasía creativa del dibujante.
El cine en función del cómic o este superando al cine. Así podría resumirse este fenómeno de la industria audiovisual de los últimos tiempos, en los que los personajes más famosos del cómic y la novela gráfica son, hoy por hoy, los amos y señores de Hollywood.