Pese a lo poco natural que resulta, tal vez no nos hemos detenido a considerar lo suficiente el manejo del tiempo en los cómics americanos de superhéroes, tomando en cuenta que algunas de sus principales figuras superan los 80 años de existencia y aún son objeto de nuevas historias. Y es que si se parte de la premisa de que lo que se busca exaltar en estos cómics son las proezas de estos míticos personajes en el clímax de su fortaleza e ingenio, hace mucho sentido que se restrinja su existencia a un limbo temporal en el que no envejezcan. Por si fuera poco, esta eterna juventud del superhéroe permite mantenerlo vigente para cualquier generación, lo que se puede convertir en un beneficio para la editorial con los derechos del personaje. La posibilidad de escapar, así sea brevemente, de esta especie de trampa temporal editorial es uno de los alicientes para prestarles atención a las historias que nos hablan de qué pasaría si estas figuras míticas envejecieran.
Retiro forzoso
Generalmente, al inicio de estas historias nos encontramos al superhéroe protagonista en alguna especie de retiro de al menos una década, el cual, a diferencia de como ocurre con las jubilaciones de los mortales, no se basa en la búsqueda de un descanso, sino que responde a la ocurrencia de evento traumático que los hace desistir de la vida superheroica. Esta coincidencia no es casual, sino que se debe a que entre los valores de estas figuras está el altruismo, lo que les impediría retirarse solo por confort. A partir de este abandono de su manto de superhéroes, hay distintas formas en las que se podría decir que envejecen, esto dependerá de la misma naturaleza del personaje.
En Kingdom Come (Waid y Ross, 1996) se nos muestran dos extremos de la transformación física que experimentan, con un Batman tan deteriorado físicamente que requiere de soportes ortopédicos permanentes, debido a las lesiones que su humanidad ha sufrido durante su larga lucha contra el crimen, mientras que al mismo tiempo Superman, el alienígena favorecido por la luz solar, se haya en la plenitud de su poder con tan solo algunas canas laterales como signo de madurez. Las actividades a las que se dedican tras el retiro tienden a humanizar al personaje, así en Wolverine: Old man Logan (Millar y McNiven, 2008), Logan emprende una vida familiar, y Peter Parker en Spider-Man: Reign (Andrews, 2006) se convierte en un anciano que trabaja para completar la renta, eso sí, lejos de los roles periodísticos o científicos. En cuanto a los valores de estos personajes, podemos decir que en estas historias se mantienen intactos con relación a su continuidad. Para prevenir que estos valores los impelan a volver a la acción se aíslan en la mayor medida posible del resto de la sociedad, pero este aislamiento es lo suficientemente permeable como para admitir que se dé el detonante que marca el retorno del personaje a la senda del héroe.
¿Autocrítica solapada?
Tal vez haya en los cómics de superhéroes americanos envejecidos una autocrítica implícita, intencional o accidental, en la que se reconoce que si el heroísmo de la epopeya era relativo al lugar, el superheroísmo de los cómics es relativo al tiempo. En estas historias se suele mostrar que la eficacia de los métodos de los superhéroes es al menos cuestionable, como por ejemplo en el caso de Logan, su ímpetu irreflexivo, o el de Superman, cuyos sorprendentes poderes dejaron a la sombra sus virtudes. Esta crítica es más notable al observar que el contexto en el que se desenvuelven consiste en sociedades anárquicas o distópicas. De esta forma se deja entrever que las innumerables hazañas de los superhéroes serían, en el mejor de los casos, inconsecuentes para el futuro, como en el caso de Batman: The Dark Knight (Miller, 1986), y en el peor, que sus acciones contribuirían al deterioro social, como en Spider-Man: Reign.
Pese a lo antes expuesto, la esperanza se hace presente al final de cada una de estas historias, en las que la reivindicación de los superhéroes pasa por haber hecho el ejercicio de no solo pensar en salvar el día, lo que puede bastar para las aventuras de su serie regular, sino en hacer algo que requiere un esfuerzo superior: sentar las bases para una sociedad mejor, que sea capaz de afrontar sus propios desafíos cuando ellos ya no estén.
Excelente artículo 👏🏼