Pocos son los ilustradores autodidactas que alcanzan las cuotas de Frank Cho (Duk Hyun Cho, 1971), dibujante nacido en Corea cuyo dominio sobre la figura femenina e ingeniosa composición cobró tempranos elogios en el circuito independiente. Con numerosos seguidores, gracias a su labor para Marvel Comics (Spider-Man, Shanna the She-Devil, Mighty Avengers) – y tras una aireada polémica por subir bocetos de heroínas hipersexualizadas en su página oficial -, su mejor trabajo continúa siendo Liberty Meadows (1997-2006), tira cómica cuya premisa recurre a esa mezcla entre aventura épica y la comedia de situación ya probada exitosamente por Calvin and Hobbes (1995) o Get Fuzzy (1999).
Básicamente una reinvención de la tira University² (University Squared) – que Cho realiza durante sus años universitarios en Maryland -, la historieta llama la atención del distribuidor independiente Creators Syndicate, llegando a publicarse en cincuenta periódicos de cinco países (tras suprimir sus aspectos más controvertidos) y se recopila en formato revista por Insight Studios; eso hasta que las constantes protestas de la censura estadounidense contra el contenido más picaresco resuelven traspasarla directamente al formato comic-book, respaldado por la casa Image.
Animales, Animales, Animales
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Ambientada en una reserva para animales que perdieron su hábitat natural, Liberty Meadows describe la singular convivencia entre los residentes (animales parlantes en la tradición funny animal), sus cuidadores humanos y quienes les rodean. Destacan la atractiva psicóloga animal Brandy Carter (inspirada en las actrices Lynda Carter, Jennifer Connelly y la modelo Bettie Page), el torpe veterinario Frank Melisch (loco por Brandy, pero incapaz de decírselo), el excéntrico gerente Julius y una delirante galería animal liderada por el cerdo machista Dean (antigua mascota de una fraternidad), el inventivo oso Ralph, el sapo hipocondríaco Leslie y el pequeño pato Truman.
Tampoco faltan los villanos: Barbara Carter, la malévola madre de Brandy que desea reunirla con su exesposo Roger; la sexy científica de cohetes Jen, que disfruta jugando con los hombres; la pérfida gemela de un mundo paralelo conocida como la Brandy Malvada Brandy o los díscolos animales The Cow (una furiosa vaca loca) y el tiburón Khan, al que Julius lleva años intentando capturar … como se aprecia, cada entrega ofrece partes iguales de irreverencia, romance, diversión e incontables guiños a la cultura pop, mientras el excelente dibujo y olfato argumental desplegado por Cho sintetiza la acción del Flash Gordon clásico con la elegante sencillez que ofrece Charles Schulz en Peanuts.
Y aunque también surgieron críticas hacia su publicación irregular – Cho suplía eventuales demoras colgando algún pin-up – y apuntando que la tira ofrecía poca novedad, no es menos cierto que rompe esquemas al reemplazar el comentario sociopolítico – habitual recurso del género – por los desencuentros amorosos entre Frank y Brandy; siempre desde un humor blanco – pero en absoluto infantil -, alusiones a la cultura pop contemporánea y una labor gráfica que tampoco esconde sus referentes.
Los Tropiezos
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Tras abandonar Insight, Cho opta inicialmente por autoeditarse hasta que Image Comics asume la impresión y distribución desde el número 27 (junio de 2002). La nueva etapa se caracteriza por su inconstancia, pues luego de completar diez entregas hasta marzo de 2004 (número 36) y agotar en ellas el material previamente publicado, se entra en un receso de casi dos años hasta tener novedades mientras el dibujante prosigue trabajando para Marvel.
A esto se suma un descenso evidente en la calidad de sus guiones, que intenta compensar añadiendo nuevos personajes como la mencionada Jen y el mapache Mike. Finalmente, el esperado número 37 llega en junio de 2006 con una historia que busca cerrar el título a la rápida y apuntando al fanservice; como las críticas no se hacen esperar, Cho responde anunciando el 2011 un eventual número 38.
Una afirmación improbable, notando su entonces nutrida agenda en proyectos Marvel e Image y ante la cual se sincera en febrero de 2012, cuando admite que Liberty Meadows se ha postergado en favor de otros títulos. “Pensé que podría hacerla junto a mi trabajo en Marvel – declara a los medios especializados -, pero no puedo. Tengo una hipoteca y manutención infantil que debo cancelar cada mes; por mucho que quiera hacer Liberty Meadows (y créanme, quiero), los otros trabajos pagan mejor”.
Hoy aplicado por entero a proyectos más genéricos (Fight Girls para AWA Studios, sin ir más lejos), se puede descartar que Frank Cho retome su obra más personal. Y quizás sea lo mejor, de cara a respetar aquella los bonos de aquel arco que – suspendido por compromisos – podrían mermarse con un retorno forzado. Quedan los tomos editados en castellano por Dolmen para redescubrir una tira cómica fresca, carismática y nada pretenciosa… una especie en riesgo, como los animales de Liberty Meadows.